Ganar es lo de menos



Cuando era pequeño, tendría 7 u 8 años, pasó el cometa Haley y me dijeron, míralo bien porque pasa cada 75 años, a mi eso me caló hondo, pensé, eso quiere decir que lo veré 2 veces en mi vida (parece que ya era optimista). Lo que no me dijeron es que al hacerme del Atleti tendría que medir con cuenta gotas las celebraciones también. Hoy he visto la tercera liga de mi vida, si se cumple la estadística veré al menos 3 más. Pero un filósofo de a pié como yo nunca se queda con lo obvio, mi padre nos hizo del Atleti, y sólo celebré una liga con él. Hoy tocaba enfundarse la elástica del doblete, la misma que me compré después de ganar liga y copa en el 96, cuando aún vivía en casa de mis padres. Aquella liga se celebró humildemente, no nos fuimos a bañar a Neptuno ni recuerdo que nos emborracháramos ni nada. Recuerdo la cara de satisfacción de mi padre, como de ver los deberes bien hechos. A la mañana siguiente fue temprano a comprar el As, el Marca es merengón sin remedio, y sólo ir pasando las páginas le produjo tanto placer como la mayor de las borracheras, o bañarse en Neptuno o comerse un chuletón. Ver a mi padre en el sillón del salón con el As que llevaba a Pantic, Simeone y compañía en la portada era el puro retrato de la felicidad.

Hoy he celebrado mi primera liga en el extranjero, con mi mujer, mi hija y mi hijo. La primera liga de la que son conscientes mis hijos. He llamado primero a mi hermano pequeño, Rober, el niño, su cara no requería palabras o explicación, luego he añadido al mayor, Emilio, con cara de satisfacción comedida, he añadido a Cris y a mamá, que se alegran por nosotros, porque a ellas tampoco les quita el sueño, aunque a mis sobrinos, los hijos de Cris, les hubiera quitado más que el sueño perderla. Hemos llamado también a la Nuris, que estaba estudiando, aunque llevaba la camiseta. Hemos cantado, bebido y reído, no más de 10 minutos. Pero esto es como el perfume, una impronta inolvidable en nuestras vidas, porque el Atleti no importa, ni importa el fútbol, o ganar o perder, lo que realmente importa es encontrar excusas para sentirnos cerca, para acordarnos de papá, para hacerle decir a mamá que estamos todos locos, para que Sergio y David estén deseando volver al Metropolitano, para que el Dani se sepa todos los dorsales del Atlético aún no se muy bien cómo, para que Alba se ponga la camiseta con su nombre que le regalé cuando tenía 5 años y me abrace tan fuerte que no pueda respirar, para que la Nuri no se nos haga del Celta, para que por unos minutos nos olvidemos del año y medio que hemos pasado y que aún no termina. 

Ahora eso ya es pasado, pero este recuerdo ya es imborrable en la memoria colectiva de nuestra familia, porque el fútbol, la Liga, el Atleti y ganar, es lo de menos aunque, si por causalidad ganas, es lo más.

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