La sociedad de la vida




Hace más de 30 años mi hermano mayor vino a casa con un libro que le habían dejado sobre un accidente de avión en Los Andes. Se titulaba Viven y la portada tenía un grupo de chavales demacrados con los ojos felices pero melancólicos. Creo que comencé a leer el libro y nunca lo terminé, tampoco recuerdo haber visto la peli. Sí que me interesó la historia y leí sobre ella. Por supuesto tras esta introducción y gracias a JJ Bayona probablemente todos los que me estáis leyendo excepto tú, mamá (ya estas tardando en ver la peli), ya habéis visto La Sociedad de la Nieve. 

 

Hace unos años mi mujer y yo quedamos cautivados por la historia de los niños que se quedaron atrapados en una cueva en Thailandia y al final sobrevivieron. Hay otras historias fascinantes de supervivencia, pero ninguna como la de Los Andes. Por supuesto el cómo la cuenta Bayona es una auténtica delicia y la engrandece pero para mí la historia en sí es la historia de supervivencia más grande jamás contada. 14 de los 16 supervivientes siguen vivos, esta mayoría de ellos han tenido una vida plena con cierto grado de éxito y cuando les oyes hablar, parecería que su experiencia ha sido su fuente principal de energía durante el resto de sus vidas. La historia es un reto ético a los que la conocen, te hace pensar, ¿que haría yo en la misma situación? Y es fascinante porque refleja uno de los dilemas más grandes que hay en la vida, algo que es evidentemente incorrecto que es comerte a un ser humano acaba siendo aceptado porque el deseo a vivir a veces cambia la perspectiva ética. Siempre comento que probablemente el hecho de que los pasajeros fueran en su mayor parte estudiantes de un colegio religioso influyó en el desenlace. La religión cristiana elimina cualquier valor al cuerpo sin vida y más bien le da un valor absoluto a preservar la vida. A la hora de tomar la decisión que tomaron probablemente ese hecho influyó de manera inconsciente. Tuvieron que elegir entre dejarse morir o alimentarse de sus amigos y familiares y hoy en día todos estaremos de acuerdo en que la decisión fue la correcta. 

 

 

La segunda parte es incluso más fascinante, si le preguntáramos a la inteligencia artificial qué probabilidad hay de sobrevivir un invierno sin equipación adecuada a 3500 de altura en Los Andes la respuesta sin ninguna duda sería 0. Sin embargo si dividimos el problema en partes cada uno de ellas tienes una probabilidad mayor, o más bien, ellos mismos hicieron que, con pequeñas decisiones, aumentara la probabilidad de sobrevivir. Oyendo a uno de los supervivientes comenta que hubo un día que escucharon en la radio que les habían dejado de buscar y que le dijo a los demás que era muy buena noticia porque desde ese momento su supervivencia sólo dependía de ellos, no tenían que esperar sentados a que alguien los rescatara. Tenían un objetivo claro, se construyeron los medios para lograrlo y milagrosamente lo lograron. Se me forma un nudo en la garganta cada vez que lo pienso.

 

Cuando mi padre estaba hospitalizado, poco antes de morir, yo me estaba leyendo un libro titulado 'Quien vive, quien muere y por qué' de la editorial Desnivel que trata de explicar por qué y cómo la gente sobrevive a grandes accidentes y catástrofes contra toda probabilidad (ya escribí sobre él en 2013 por si os interesa). Ese es posiblemente mi libro favorito y me ha ayudado en todos los aspectos de mi vida. El libro se puede sintetizar en dos conceptos: mantener intactas las ganas de vivir e intentar afrontar la situación dividiéndola en metas alcanzables ya que, en la mayoría de los casos, la meta final es imposible. Eso es exactamente lo que hicieron Canessa, Parrado, Tintín y los demás. Fueron afrontando los problemas por etapas, el frío, la comida, el trozo del avión separado, la radio… Todo ello con unas ganas de vivir infinitas. 

 

Hubo otros como Numa que dejaron de un lado su propia supervivencia y se centraron en el objetivo del grupo, tanto es así que (spoiler) Numa dejó que una herida curable acabara matándole. Hoy, 21 de Febrero no puedo hacer otra cosa que ver en los ojos de Numa los de mi padre, que perdió la batalla entre las ganas de vivir y la fuerza por continuar y se esforzó en que nosotros, la gente a la que más quería, pudiéramos continuar sin él a nuestros destinos en la vida. 

 

Lo que esconde la Sociedad de la Nieve no es que Numa dió la vida por sus amigos, no es eso, es que la muerte de Numa hizo que sus compañeros no se pudieran permitir el lujo de morir.

Si hemos tenido la suerte de tener un Numa a nuestro lado, como nosotros tuvimos a nuestro padre, tenemos una deuda de por vida, porque no vivir intensamente sería una traición a aquellos que no pudieron continuar. Papá, no tengas ninguna duda, que en eso puedes contar con todos nosotros.


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