Campo base




Aunque no lo practique, una de mis pasiones, más como espectador, o diría, como lector, es la escalada y la aventura extrema. En la escalada de grandes picos, Himalaya especialmente, se utiliza un modelo bastante conocido que consiste en habilitar diversos campamentos que se puedan utilizar para la aclimatación en altura y para dividir el ataque a cumbre en varias fases y aumentar la probabilidad de éxito. El primer campo, el que está más abajo, es el campo base. En ese se empieza y desde ese se diseña toda la estrategia hacia cumbre. Es normalmente el mejor equipado y es relativamente fácil de llegar, aunque en el Himalaya nada es fácil.

Últimamente, y más aún con la pandemia, pienso mucho en el sentido de la vida. La pandemia ha hecho todo mucho más efímero y frágil. Nos ha recordado que cualquiera podemos morir mañana aunque hoy estemos perfectamente sanos. He pensado mucho en ello y me he dado cuenta cómo los valores cambian cuando tu vida está en riesgo. Nuestra generación es probablemente la generación más ambiciosa que ha habido, al menos en España. Hemos tenido oportunidad de estudiar a un nivel alto y hemos tenido acceso a trabajos que la anterior generación no pudo ni siquiera soñar. Nuestra generación ha viajado, aprendido idiomas y disfrutado como la que más. Cuando pensamos en nuestros padres, su filosofía era otra, su filosofía se basaba en un principio tan antiguo como la propia humanidad, la familia, la descendencia. Mis padres, desde que tengo uso de razón, se dedicaron día y noche a que nuestro futuro fuera el mejor posible. El porcentaje de tiempo que se dedicaron a ellos mismos fue casi nulo comparado al que nosotros nos dedicamos hoy en día, aunque nosotros también tengamos hijos. Nunca diré que eso estaba bien porque está demostrado que es más saludable tener algo de tiempo para uno mismo pero la realidad es que ellos no lo tenían, la devoción de los padres de nuestra generación hacia nosotros no tiene parangón y yo diría que la principal razón de que nuestra generación sea una de las más exitosas que ha habido. al menos en España, es esa.

Cuando se organiza una escalada al Himalaya siempre existe una figura indispensable, sin la cual es prácticamente imposible hacer cima. Esa figura son los sherpas, una etnia local con mejores capacidades genéticas para la altura que ayudan a las expediciones, especialmente occidentales, a organizar la subida. En los últimos 50 años cientos de sherpas han hecho cima con famosos alpinistas, aunque sus nombres hasta hace poco no salían en las notas de prensa. Cientos de sherpas han muerto igualmente en el intento y muchos de ellos rescatando a sus clientes porque su propósito en la vida es ese, ayudar y proteger más que hacer cima ellos mismos. 

Nuestra generación está educada para hoyar ochomiles, para alcanzar metas impensables para nuestros padres. Con todo el aspecto egoísta que esto conlleva. Nuestros padres, sin embargo, no tenían tan altas metas, su principal objetivo era llevarnos al campo base, darnos todas las herramientas para que pudiéramos afrontar la escalada y llegar a la cima más alta que pudiéramos alcanzar, personal y profesional, probablemente en ese orden. Mi padre fue uno de esos sherpas que nos acompañó hasta el campo base y cuando vio que éramos capaces de hacer cima nosotros solos decidió descansar para siempre. Hoy se cumplen diez años desde que le perdimos en aquella cordada, desde que nos dijo que no podía subir más arriba, que subiéramos sin él, con esa mirada de confianza infinita que nos decía que lo lograríamos. Se que nunca podré ser tan buen padre como mi padre, él (y mi madre), como los sherpas, tienen una genética especial y nosotros, sin ellos, jamas hubiéramos podido llegar ni al campo base. Gracias papá y mamá.

Comentarios

  1. Este tipo de reflexión sobre la conexión entre generaciones en España es tan acertada como necesaria, porque hemos perdido la conciencia de nuestra deuda generacional. Gracias Jorge, como siempre tus reflexiones nos ayudan a recordar cómo volver a abrir los ojos.

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  2. Jorge, te escribo emocionado desde mi campo base. Yo soy un sherpa que no he ayudado a nadie, pero conocí a tu padte en el campo base y te puedo decir que era el mejor sherpa que he conocido. Tú y tus hermanos habéis conquistado varias cimas, varios ochomiles. Desde allí estáis más cerca, de él, aunque tengáis que bajar. Un abrazo de este sherpa que estuvo con tu padre varias veces en el campo base. SIGUE ADELANTE. DIEMPRE SUBIENDO

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