El tío Helí


Estuve en Perú en marzo y abril de este año, a veces me reprocho porque no he escrito antes sobre esto. Quizá el tiempo va más rápido que los deseos de uno.
Era la primera vez que mis hijos visitaban Perú, era una visita social, para que los niños conocieran a su familia y amigos de allí. Teniendo en cuenta que gran parte de la familia de mi mujer vive en España tampoco sabíamos cuanta gente podríamos ver o visitar.
Fue maravilloso, delicioso, como en una película de Ricardo Darín, o mejor, de Claudia Llosa. Fue emocionante ver cuánto amor queda todavía allí para mi mujer, cuánta familia, cuántos amigos... También es muy bonito compartir ese amor, al menos para mí.
Casarse con una mujer peruana tiene eso, no te casas con ella, te casas con su familia, con su cultura, con sus amigos, con su comida y, creánme, si lo valoras el tiempo suficiente, es maravilloso.

Hacía 10 años que no visitaba Perú, allí hay varias visitas obligadas, en Lima, la primera y primordial es la casa del tío Helí y la tía Ochi. Estaba igual que hace diez años, no sólo la casa, ellos casi también. Helí es como un galán de cine clásico, delgado, con cierto atractivo a lo Sean Connery y como yo siempre le decía, con todo su pelo. Cuando llegamos a su casa nos saludó como lo hizo hace 20 años la primera vez que fuí, o las otras 5 veces, o el día de mi boda en Perú cuando nos llevó en coche a la iglesia: "Hola Jorgito, que tal todo?". Esto acompañado de un abrazo sincero, de esos a dos manos que reconfortan el alma. Helí es un hombre pausado, con ese sentido del humor agudo que a mi tanto me gusta.

En este viaje estuvimos varios días juntos, fuimos a su casa 3 o 4 veces y fuimos a comer a Barranco y a Larcomar. El día del Larcomar los demás decidieron ir en el coche de una amiga y Helí y yo bajamos paseando desde el apartamento que habíamos alquilado. Helí era un hombre culto, interesado en la política y los tejemanejes del mundo. El haber sido profesor le daba un tono pausado, didáctico, cuando hablaba. Incluso cuando bebía parecía que estaba sentando cátedra. Mientras bajábamos la calle hacia Larcomar tuvimos una conversación ligera, le pregunté qué estaba leyendo, me dijo que había leído una trilogía que le había impresionado, Millenium, el mismo libro que llevo unos meses leyendo yo (sí, soy un lector perezoso), la casualidad no entiende de edad ni de fronteras.
Tras 10 minutos caminando llegamos a Larcomar, allí me dijo que era la primera vez que estaba allí. Esto me hizo pensar, porque percibí que nunca había ido porque no veía la necesidad. Larcomar es un centro comercial ligeramente "pituco" de Lima. Me recordó que era un hombre con ciertos principios bastante profundos pero también que podía hacer excepciones por la gente que quería. Le noté a gusto, relajado. Esa fue una de las últimas veces que le ví, la última sería cuando vino a despedirnos al aeropuerto tres días después.

Hace 12 años nos dejó Aimer, yo a la gente le decía, "se ha muerto un amigo", el primero que perdí, desde entonces se han ido varios, hoy, el último, mi tío y amigo Helí. Aimer, espero que hayas puesto unas chelas en la heladera y al menos lo estéis celebrando en algún sitio los dos juntos porque aquí habéis dejado un hueco muy grande, jodíos.

Comentarios

  1. Jorge, que lindo recordar a una persona y describirla tan real, como lo has hecho ahora..... se va extrañar a una gran persona,al de hablar pausado, culto y elocuente extrañaremos y mucho en las reuniones de familia..... hasta siempre Tío Helí,

    ResponderEliminar
  2. Profesor Ibazeta siempre presente en nuestro corazones promoción 2016 (6to B contabilidad)😊, recuerdo una anécdota especial justo en el día de su cumpleaños🎂; ese día especial nos juntamos todo los alumnos para comprar una torta... Y esperar el turno del profesor Ibazeta que ingresará al aula.... al ver qué demoraban en traer la torta, finalizaba la hora del profesor... Y no queríamos que se fuera... pero como decirle que no se fuera... Si era sorpresa... Y mi opción fue encerrarlo. Se preguntaran como lo encerré, me puse en el medio de la puerta por afuera para que no se fuera... y veía k el profesor forcejeaba la puerta y no podía abrir el profesor molesto por que no podía abrir la puerta, hasta que yo vi que llegó la torta y solté la puerta y el profesor me queda mirando y casi enojado Y le enseñe la torta a tiempo porque me iba dar un gritón... allí entiendo por qué lo encerré. Y todo le cantamos el profesor muy emocionado. Un recuerdo de loco un anécdota inolvidable. Que cada vez que lo recuerdo siempre con una sonrisa, sé que usted también. Siempre presente Profesor Ibazeta.
    Pdt: jamás lo olvidaremos profesor.
    Complices: Rosa Ortega, xiomara Salazar, Gissela Mendoza y yo 😅

    ResponderEliminar
  3. Gracias Jorge por tus hermosas palabras, pero mi padre era eso y más, lo extraňo mucho, nada será igual, pero lo voy a recordar como lo q era el mejor padre del mundo, es mi lider, mi referente, sus consejos e incluso algunas veces su punto de vista equivocado se quedó grabado en mi corazón. Era muchas veces duro y exigente pero nunca dudé q me amaba. Era un estupendo profesional, perfeccionista, gracias por quererlo tanto.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario