Lo imposible



Los que leen habitualmente este blog de fútbol, epitafios, cine y sobre todo, sentimientos estarían esperando mi nueva entrada a raíz del título de Liga. Se ha hecho esperar, porque la vida no es sólo fútbol, la vida es mucho más aunque este juego nos recuerde en ocasiones que estamos muy vivos.

Si estuviéramos en la España franquista podríamos pensar que lo que ocurrió el sábado fue una manipulación del gobiernos para transmitir la educación del esfuerzo a la sociedad, de que el que se esfuerza lo consigue, en una época de crisis profunda que ha mantenido a nuestro país a la deriva. Nada más lejos de la realidad, lo que pasó el sábado simplemente nos recuerda que no todo se compra con dinero, que, más que el esfuerzo, lo que mueve el mundo es la fé. Que no vale de nada tener la mejor técnica, correr más rápido o pegarle más fuerte. Si hay otro que tenga más fe que tú es posible que te gane. Eso sí esto no pasa a menudo, concretamente viene pasando cada 18 años.



Hay mucha gente que no entiende que el deporte de la pelotita mueva tantos sentimientos, hay gente que no entiende qué te lleva a hacer puenting, o a escalar una montaña... Se podría decir que el deporte desde el sofá es la adrenalina de los cobardes, en todo caso todas estas actividades tienen la misma base, sentirnos vivos, olvidarnos durante unos segundos, minutos y horas del mañana, del trabajo, de los problemas. A mi nunca me han afectado las derrotas, claro, soy del Atleti, para mí un partido como el del otro día es como una largo viaje en el que el recorrido en sí mismo es tan importante como la llegada al destino. El deporte es un acelerador de emociones, por eso hay que verlo con los amigos, con la familia, con los hijos. La liga que ha ganado el Atleti no tendría sentido desde una isla desierta, en la que no se pueda abrazar a nadie, en la que no se pueda picar a los rivales del otro equipo.

A mi la liga me da igual, de lo del otro día me quedo con los 90 minutos que pasé con mi hermano cagaos de miedo en un bar del barrio, el abrazo en el que nos fundimos cuando Godín voló como un ave fénix, me quedo con mi hija saltando en el sofá cantando La Leti, La Leti (sí, tenemos que pulir un poco la fonética...), a mis sobrinas pequeñas intentando entender a que se debía tanta alegría, a mi sobrina mayor diciéndome que ya sí que sí iba a ser del Atleti para toda la vida.
Me quedó con el lunes en el trabajo, con la cara de los del Madrid, con la bufanda del Atleti al lado de mi ordenador. Me quedo con la gente que me paró por la calle cuando veían mi camiseta para decir Aupa Atleti...

El 15 de mayo de 1977 el Atleti certificaba su octava liga, me la perdí por un día. El 25 de mayo de 1996 acababa de cumplir 19 de años y celebré mi primera liga y el único título del Atleti que mi padre celebró en plenas facultades. Lo que pasó en mis primeros 19 años y lo que pasó en los siguientes 18 años entre ambas ligas simplemente ha sido un largo viaje lleno de anécdotas y paradas maravillosas. Puede que el siguiente viaje dure otros 18 años, lo que tengo claro es que no me lo quiero perder.

Como despedida me quedo con aquella cita maravillosa de Jean Cocteau que representa bien lo que ha pasado en esta dual e inalcanzable para todos los demás: "Lo lograron porque no sabían que era imposible".

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