Y ganar, y ganar y volver a ganar


Diez y veinticinco de la noche, el Atlético de Madrid gana 1-0 desde el minuto cinco lo que le clasifica para semifinales de la Champions 40 años después. Quedan 2 minutos, Diego Ribas retiene el balón en la banda, Jordi Alba se desespera. Es entonces cuando ese escalofrío que ha subido y bajado por mi columna al menos 10 veces durante el partido se detiene en mi pecho, comienza un cosquilleo, empiezo a pestañear con mayor cadencia, como si me pudiera el sueño. Mi mente se aleja del partido, me sitúa unos segundos al pie del sofá de mi padre, viendo el mundial de Méjico, viendo el 4-5 que le metió el Atleti al Barça ni se hace cuantos años... Me viene a la cabeza Iniesta, el mismo que hoy no pudo hacer nada y hace 4 años creó una unión imborrable con la gente a la que quiero.



Miro del nuevo el marcador, minuto 90 y ni idea de cuanto queda porque el descuento no sale en el marcador del estadio. El cosquilleo se multiplica y empiezo a mirar al árbitro. En un momento dado hace un gesto con el silbato y extiende los brazos, final del partido, el Atlético de Madrid elimina al todopoderoso Barça y se planta en la semifinales de la Champions 40 años después, abro los brazos y abrazo a mi hermanito pequeño, el niño, principal causante de esto, un poco más allá abrazo a mi hermano mayor, emocionado a su manera. Los gritos del estadio se me van metiendo por las venas y el cosquilleo llega a mis ojos, entonces me giro y abrazo al hombre que tengo al lado, unos 60 años, abonado desde hace 30, viene sólo al estadio y ha mantenido durante todo el partido la prudencia de un Atlético de verdad de esos que lo han visto todo pero ahora se suelta y me aprieta fuerte, como si de verdad nos conociéramos, en un momento dado nos soltamos, como si aquello hubiera sido un accidente fortuito. Yo me siento y dejo que los sentimientos invadan del todo mi cuerpo, intento saborearlo al máximo y entonces el hombre dice en alto, a nadie en concreto, como si hablara consigo mismo, "llevo 30 años aquí sentado esperando esto".

Mi padre nunca estuvo en el Calderón, nunca vio al Atlético en vivo y en directo, me pregunto cuánto habrá del espíritu de gente como él en días como el de ayer.
Cuando todo acabó, y seguí durante unos segundos saboreando el momento, ese momento que ya era pasado me di cuenta que en la vida, los recuerdos no se componen de cosas, ni siquiera de personas aisladas o de sitios sin esencia... la vida, queramos o no, se compone de momentos y de poder decir mañana, el año que viene, dentro de 20 años, señores YO.........ESTUVE ALLÍ

Gracias Rober y Emilio por estar allí conmigo, gracias Cholo por creer, gracias Koke por el gol, gracias Luis por cambiar la mentalidad de un país pero sobre todo gracias papá, no sólo por enseñarnos a animar al Atleti sino, en especial, por enseñarnos a hacerlo juntos.

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