Cuando eres niño las cosas tienen que tener un fundamento sencillo y fácil de entender. Cuando tienes 5 o 6 años ser el primero, ganar, es una de las principales metas que puedes alcanzar y a la hora de elegir un equipo de fútbol es muy difícil argumentar como adulto hacia un niño, que tu equipo ni es el mejor ni gana siempre pero que a ti te encanta. Eso probablemente nos ocurrió a mí y a mis hermanos cuando mi padre nos explicaba porque era del Atleti y sí, nosotros lo entendíamos, y de hecho nos hicimos seguidores acérrimos de este equipo pero nos costaba horrores explicar a nuestros amigos por qué no éramos del Madrid o del Barça.
En la adolescencia esto cambia, cuando quieres ser diferente, ser de un equipo distinto mola, aunque pierda, te da un toque bohemio que incluso te ayuda a ligar más. Pero la gran diferencia la descubres cuando ya eres adulto, cuando un montón de decisiones que tus padres tomaban cuando eras niño se convierten en la base de tu personalidad para enfrentarte a la vida, para solventar los problemas. Mi padre no sólo nos hizo del Atleti, nos enseñó que antes de ganar hay que saber perder, que el secreto de saber ganar es haber perdido mucho antes. Por eso, ayer, cuando Miranda metió el segundo gol se enfrentaron dos sentimientos opuestos maravillosos: los de un equipo que estaba preparado para perder pero con fe ciega en ganar, una afición acostumbrada a perder en el último segundo pero que disfruta como nadie cuando se gana en la recta final... y del otro lado la prepotencia de una equipo diseñado a golpe de talonario, que mira al hermano pequeño de su ciudad por encima del hombro y que si pudiera le pisaría. Ese equipo perdió, perdió de nuevo (por cuarta vez contra el Atleti en el Bernabeú) y de nuevo no supo perder. Amigos del Madrid, para aprobar el curso de ganar una copa en el Bernabeú, primero tendréis que sacar notable en el examen de perder una copa con el Atleti en el Bernabeú y ese momento, para vuestra desgracia, aún no ha llegado.
AUPA ATLETI!!!
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