Recuerdos

Los recuerdos tienen una característica sorprendente. Los recuerdos cambian con el tiempo, cogen distintas formas, algunos desaparecen y otros adquieren protagonismo en distintas fases de la vida.
Hace tres años que soy padre. Esto me ha hecho revivir todas aquellas situaciones que tenía guardadas en la memoria.



Mi padre siempre fue un hombre cercano, cariñoso. Tenía un carácter fuerte que dejaba ver cuando una parte de su fibra era violentada, cosa que ocurría de vez en cuando. Sin embargo lograba uno de los objetivos que todos los padres tenemos con nuestros hijos, sabíamos que nos quería, sabíamos que éramos el motor de su existencia, sabíamos que cada noche cuando nos contaba el cuento de la gota de agua o de la paloma veloz ponía todo su ser, que exprimía cada segundo que pasaba con nosotros.

Cuando era niño pensaba que existe una delgada línea en la vida en la que pasas de niño a adulto, en la que tus valores cambian, en la que tus sentimientos cambian de valor. Superada esa línea suponía que eres capaz de comer de todo, que eres capaz de no llorar cuando no te salen las cosas como quieres o de no echar de menos a tus padres. Esa línea, en cierto modo existe, pero no ocurre cuando llegas a una edad, ni cuando te emancipas, ni cuando te casas, ni siquiera cuando tú mismo eres padre. Esa línea se cruza cuando la muerte te visita de cerca. Cuando alguien cercano muere, tu escala de valores cambia, empiezas a valorar más los momentos, a saborear las risas de tus hijos, a relativizar los problemas del trabajo.

Hoy hace un año que se fue definitivamente, durante 6 años se fue yendo poco a poco hasta que hace un año nos dejó. Lo hizo definitivamente, nos dejó pensando en la enfermedad, en lo efímero de la vida, en lo que no hicimos, en lo que no le dijimos. Nos dejo recordando todo lo que sí hicimos juntos, todas las risas, los carnavales, los cuentos, las conversaciones, el mundial, de basket y de fútbol, el dobleti, las 4 bodas, los 6 nietos, las barbacoas en el pueblo, los partidos de baloncesto, los campamentos... Como buen profesor intentó acabar el libro antes de irse, habernos dado la lección completa. Probablemente así lo hizo, aunque ahora ya poco importa. Hace un año se fue tranquilo, educado, en silencio. Hoy mi blog es para tí papá, por tus palabras y tu aliento que me ha hecho ser lo que soy hoy. Hoy mi blog, un año después, es para tí, ojalá puedas leerlo y si no es así, te lo imprimo y algún día, te lo llevo.

Comentarios

  1. Amén hermano.
    Recuerdo la muerte de papá como algo muy doloroso, pero muy hermoso.
    Quizás el dolor de llorar juntos, todos unidos, dolor contenido durante años, es lo que lo convirtió en hermoso.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario